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Mostrando las entradas de septiembre, 2020

LECTURA#16

  LECTURA#16 El prado de los cinco dueños Junto al río Guadalquivir, cerca de la ciudad de Sevilla, a ambos lados de sus orillas, se extendía un prado alargado. Parecía que dormía agradecido y confiado en aquella tarde en que exhalaba su olor a yerba recalentada.Pasó por allí un pintor y, al ver el césped con tantas tonalidades en su gama verde, pensó que era el color ideal que andaba buscando. Había hallado aquellos fondos que intuía, sin encontrar, desde hacía largo tiempo. Sin querer, los tenía allí, en aquel trozo de hierba. La habitación que estaba pintando para la sultana llevaría aquellos matices, con lo que la joven tendría la ilusión de vivir dentro de una esmeralda. Y adquiriría fama, causaría sensación en palacio. Pasó por allí un ganadero, cuyo negocio iba floreciente. Su clientela había aumentado y necesitaba ampliar sus pastos. Al contemplar la hierba fina, tierna y limpia, pensó que aquel prado era lo que necesitaba. Podría hacerle un riego diario, daría mucha hierba...

LECTURA #15

 LECTURA #15 La casa nueva  Claro que no creo en la suerte, mamá. Ya está usted como mi papá. No me diga que fue un soñador; era un enfermo —con el perdón de usted—. ¿Qué otra cosa? Para mí, la fortuna está ahí o, de plano, no está. Nada de que nos vamos a sacar la lotería. ¿Cuál lotería? No, mamá. La vida no es ninguna ilusión; es la vida, y se acabó. Está bueno para los niños que creen en todo: “Te voy a traer la camita”, y de tanto esperar, pues se van olvidando. Aunque le diré. A veces, pasa el tiempo y uno se niega a olvidar ciertas promesas; como aquella tarde en que mi papá me llevó a ver la casa nueva de la colonia Anzures.El trayecto en el camión, desde la San Rafael, me pareció diferente, mamá. Como si fuera otro... Me iba fijando en los árboles —se llaman fresnos, insistía él—, en los camellones repletos de flores anaranjadas y amarillas —son girasoles y margaritas—, decía. Miles de veces habíamos recorrido Melchor Ocampo, pero nunca hasta Gutemberg. La amplitud y l...

LECTURA#14

  LECTURA #14 RESUMEN La tigresa En cierto lugar del estado de Michoacán vivía una joven a quien la naturaleza le había ofrendado todos esos dones que pueden contribuir grandemente a la confianza en sí misma y a la felicidad de una mujer.Era un ser afortunado pues además poseía una cuantiosa herencia heredada de su padre. No era de sorprender, pues, que por su extraordinaria belleza y aún más por su considerable fortuna, fuera muy codiciada por los jóvenes de la localidad con aspiraciones matrimoniales. El problema era que Luisa no sólo poseía todos los defectos inherentes a las mujeres, sino que acumulaba algunos más. Para dar una idea más precisa de su carácter, habría que agregar la ligereza con que se enfurecía y hacía explosión por el motivo más insignificante y baladí. Y hasta sus mismos padres se retiraban a sus habitaciones y aparecían cuando calculaban que ya se le había pasado el mal humor. El significado de la palabra “obediencia” no existía para ella. Nunca obedeció, pe...

LECTURA#13

  LECTURA#13 El transplante El gran mago observaba con mirada severa al malhechor que estaba en pie frente a él. El acusado, con la cabeza bien erguida, parecía no tener conciencia de la importancia de su crimen. —Ha pecado usted gravemente contra los planes cósmicos que yo había trazado; más gravemente de lo que usted cree —le dijo—. ¿Sabía que está prohibido propagar ideas contrarias al orden establecido? El acusado no respondió. —Usted conocía las consecuencias de un acto de tal gravedad —continuó diciendo el gran mago—, por lo tanto, será usted transplantado. El condenado perdió de pronto toda su seguridad y cayó de rodillas. —¡No, por favor, se lo suplico! —gritó—. Hágame sufrir aquí durante miles de años, durante todo el tiempo que crea necesario. Pero no me condene al más atroz de los suplicios. Impasible, el gran mago apretó el botón de esmeralda que había sobre su mesa de trabajo. Brotó un resplandor color malva. Y en el lugar donde el condenado se encontraba hacia sólo un...

LECTURA #12

  LECTURA #12   laramaseca Apenas tenía seis años y aún no la llevaban al campo. Era por el tiempo de la siega, con un calor grande, abrasador, sobre los senderos. La dejaban en casa, encerrada con llave, y le decían: Que seas buena, que no alborotes: y si algo te pasara, asómate a la ventana y a llama a doña Clementina.Ella decía que sí con la cabeza. Pero nunca le ocurría nada, y se pasaba el día sentada al borde de la ventana, jugando con «Pipa». Doña Clementina la veía desde el huertecito. Sus casas estaban pegadas la una a la otra, aunque la de doña Clementina era mucho más grande, y tenía, además, un huerto con un peral y dos ciruelos. Al otro lado del muro se abría la ventanuca tras la cual la niña se sentaba siempre. A veces, doña Clementina levantaba los ojos de su costura y la miraba. —¿Qué haces, niña? La niña tenía la carita delgada, pálida, entre las flacas trenzas de un negro mate. —Juego con «Pipa» —decía. Doña Clementina seguía cosiendo y no volvía a pensar en ...

LECTURA # 11

 LECTURA # 11 Miss Lunatic y el comisario O’Connor Cuando oscurecía y empezaban a encenderse los letreros luminosos en lo alto de los edificios, se veía pasear por las calles y plazas de Manhattan a una mujer muy vieja, vestida de harapos y cubierta con un sombrero de grandes alas que le tapaba casi enteramente el rostro. La cabellera, muy abundante y blanca como la nieve, le colgaba por la espalda, unas veces flotando al aire y otras recogida en una gruesa trenza que le llegaba a la cintura. Arrastraba un cochecito de niño vacío. Era un modelo antiquísimo, de gran tamaño, ruedas muy altas y la capota bastante deteriorada. En los anticuarios y almonedas de la calle 90, que solía frecuentar, le habían ofrecido hasta quinientos dólares por él, pero nunca quiso venderlo.Sabía leer el porvenir en la palma de la mano, siempre llevaba en la faltriquera frasquitos con ungüentos que servían para aliviar dolores diversos, y merodeaba indefectiblemente por los lugares donde estaban a punto d...

lectura #10

lectura #10    Sempronio   ACTO PRIMERO  Habitación en casa de Sempronio. Pocos muebles, humildes. Una silla en el centro de la escena dando frente al público. A un costado, una pequeña mesita para planchar ropa. Al levantarse el Telón, nadie. Lentamente, entra Sempronio. Es un hombre que pasa algo de los sesenta años. Toma su silla y se coloca frente al público. Mira distraídamente hacia adelante. Silba. Queda así. Con la plancha en la mano, arrastrando el cordón con el enchufe y una canasta de ropa para planchar, entre Olga. Edad proporcionada a la de su marido. Avanza decididamente hacia la mesita, acomoda la ropa como para empezar el trabajo. Habla mientras acciona. Olga. (Arreglando ropa.) Ahora ya no hace falta la calefacción. Los días vienen más templados... Sempronio. (La mira y esboza una sonrisa.) Nunca se sabe. De pronto llueve y refresca. Olga. (Termina de acomodar la ropa. Vuelve a tomar la plancha. Se acerca a Sempronio, que continúa silbando bajito, y...

lectura # 9

 Lectura #9 El Amor... es Poesía Desmayarse, atreverse… Lope de Vega  Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, moral, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde, animoso, no hallar, fuera del bien, centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso. Huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que el cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño: esto es amor, quien lo probó lo sabe. Félix Lope de Vega Carpio (1562-1635) Nace en Madrid. Muy temprano manifiesta un talento precoz para su ocupación literaria. A los doce años escribe su primera comedia. Sus contemporáneos lo llamaron el Monstruo de la Naturaleza por la fecundidad de su inspiración ya que además de haber escrito 1,800 comedias es autor de una novela pastoril: La Arcadia; una sicológica y autobiográfica: La Dorotea; otra de aventuras: ...

Lectura #8

  Lectura#8 De preferencia, guapitos de cara   l cartero tocó el timbre. —¡Abre, Riqui! —¡No puedo, mamá! ¡Hace mucho frío! —¡Mecachis con el frío! —se quejaba la madre. Y gritaba, dirigiendo la voz hacia el piso superior—. ¿Bajas a abrir, Silvia? Silvia estaba muy concentrada, leyendo el primer volumen de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, prodigiosa obra maestra de la Literatura Mundial, con la que ya llevaba tiempo bregando por descifrarla. Volvieron a llamar a la puerta y se oyó a la madre desgañitándose desde la cocina: —¡¿Es que nadie puede ir a abrir la puerta?! ¡Silvia! Silvia puso las gafas sobre el libro, como contrapeso para no perder el punto, salió de su sanctasanctórum6 y bajó a la planta. —¿No oyes que llaman? —le preguntó a Riqui. —Hace demasiado frío y soy pequeño —contestó él, sin dejar de pedalear. E 6. Sanctasanctórum: lugar muy reservado, íntimo, casi secreto. 74 75 —Pues se me ocurre una manera de hacerte entrar en calor. —¡Mamá, mamá, Silvia ...

LECTURA #7

  lectura #7 El círculo La calle estaba oscura y fría. Un aire viejo, difícil de respirar y como endurecido en su quietud, lo golpeó en la cara. Sus pasos resonaron en la noche estancada del pasaje. Vicente se levantó el cuello del abrigo, tiritó involuntariamente. Parecía que todo el frío de la ciudad se hubiese concentrado en esa cortada angosta, de piso desigual, un frío de tumba, compacto. “Claro —se dijo y sus dientes castañeteaban—, vengo de otros climas. Esto ya no es para mí.” Se detuvo ante una puerta. Sí, ésa era la casa. Miró la ventana, antes de llamar, la única ventana por la que se filtraban débiles hilos de luz. En el pequeño espacio de tiempo que medió entre el ademán de alzar la mano y tocar la puerta, cruzó por su cerebro el recuerdo entero de la mujer a quien venía a buscar, su vida con ella, su felicidad, truncada brutalmente por la partida sin anuncio. Se había conducido como un miserable, lo reconocía. Su partida fue casi una fuga. ¿Pero pudo proceder de ...

lectura #6

  lectura #6 Belissa Belissa quería ser bailarina de ballet. Su oído musical, su gracia innata y su talento natural le facilitaría el camino. Pero no contaba con que el destino tenía otros planes para ella. En primer lugar, Belissa tenía un apetito feroz: la comida típica la enloquecía y unos nopalitos preparados de cualquier forma, le impedían hacer otra cosa que no fuera comerlos hasta acabar con ellos. Y con las flores de palma no se diga. Este manjar la ponía en un estado muy cercano al éxtasis.Belissa era disciplinada para todo. Hacía sus ejercicios matutinos, ensayaba puntualmente cuantas horas fuera necesario para dominar sus músculos y domesticar los gestos que la convertirían en un cisne grácil o en un ave de vuelo peregrino. Pero en cuanto enfrentaba la comida, se perdía. Los maestros la atiborraron de recomendaciones, de artículos sobre la importancia de una dieta balanceada, de biografías y autobiografías de bailarinas en donde aparecía un infalible capítulo dedicado a ...

lectura 5

                              Lectura#5             Un día de éstos El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella. Después de las ocho hizo una p...