Ir al contenido principal

LECTURA # 11

 LECTURA # 11

Miss Lunatic y el comisario O’Connor

Cuando oscurecía y empezaban a encenderse los letreros luminosos en lo alto de los edificios, se veía pasear por las calles y plazas de Manhattan a una mujer muy vieja, vestida de harapos y cubierta con un sombrero de grandes alas que le tapaba casi enteramente el rostro. La cabellera, muy abundante y blanca como la nieve, le colgaba por la espalda, unas veces flotando al aire y otras recogida en una gruesa trenza que le llegaba a la cintura. Arrastraba un cochecito de niño vacío. Era un modelo antiquísimo, de gran tamaño, ruedas muy altas y la capota bastante deteriorada. En los anticuarios y almonedas de la calle 90, que solía frecuentar, le habían ofrecido hasta quinientos dólares por él, pero nunca quiso venderlo.Sabía leer el porvenir en la palma de la mano, siempre llevaba en la faltriquera frasquitos con ungüentos que servían para aliviar dolores diversos, y merodeaba indefectiblemente por los lugares donde estaban a punto de producirse incendios, suicidios, derrumbamientos de paredes, accidentes de coche o peleas. Lo cual quiere decir que se recorría Manhattan a unas velocidades impropias de su edad. Incluso, había quienes aseguraban haberla visto la misma noche a la misma hora circulando por barrios tan distantes como el Bronx o el Village, y metida en el escenario de dos conflictos diferentes, como alguna vez quedó acreditado en fotos de prensa. Y entonces no cabía duda. Porque si salía retratada, aunque fuera en segundo término y con la imagen desenfocada, su peculiar aspecto hacía imposible que nadie pudiera confundirla con otra mendiga cualquiera. Era ella, seguro, era la famosa miss Lunatic. Por ese apodo se la conocía desde hacía mucho tiempo, y sus extravagancias la habían hecho alcanzar una popularidad rayana en la leyenda. No tenía documentación que acreditase su existencia real, ni tampoco familia ni residencia conocidas. Solía ir cantando canciones antiguas, con aire de balada o de nana cuando iba ensimismada, himnos heroicos cuando necesitaba caminar aprisa. La verdad es que tenía muchos amigos de distintos oficios o sin ninguno. Hablaba con los vendedores ambulantes de bisutería y de perritos calientes, africanos, indios, portorriqueños, árabes, chinos, con los viajeros extraviados por los largos pasillos del metro o por los andenes de Penn Station entre confusas consignas de altavoces, con los porteros de los hoteles, con los patinadores, con los borrachos, con los cocheros de caballos que tienen su parada en el costado sur de Central Park. Y todos tenían alguna historia que contar, algún paisaje de infancia que revivir, alguna persona querida a la que añorar, algún conflicto para el cual pedir consejo. Y aquellas historias acompañaban luego a miss Lunatic, cuando volvía a caminar sola; se le quedaban durante un trecho enredadas a sus harapos como serpentinas de oro que nimbasen su figura, impidiéndola borrarse en el olvido. Pero las zonas que frecuentaban de forma más asidua eran las habitadas por gente marginal, y su vocación preferida, la de tratar de inyectar fe a los desesperados, ayudarles a encontrar la raíz de su malestar y hacer las paces con sus enemigos. Lograba pocos resultados, pero no se desanimaba, y eso 108 109 que la insultaron muchas veces por meterse donde nadie la había llamado, y llegaron a echarla a patadas de un local de Harlem, por defender a un negro al que estaban atacando otros cuatro, mucho más robustos. Si le preguntaban dónde vivía, contestaba que de día dentro de la estatua de la Libertad, en estado de letargo, y de noche, pues por allí, en el barrio donde estuviera cuando se lo estaban preguntando. Haciendo compañía a los solitarios como ella, a todos los que pululan por los garitos de mala vida y duermen en bancos públicos, casas en ruinas y pasos subterráneos. Confesaba tener ciento setenta y cinco años, y caso de no ser verdad, habría que admirarla cuando menos por su conocimiento de la Historia Universal a partir de la muerte de Napoleón, y por la familiaridad con que hablaba de artistas y políticos del siglo XIX, con alguno de los cuales aseguraba haber tenido trato estrecho. Había gente que se reía de ella, pero en general se le tenía respeto, no sólo porque no hacía daño a nadie, era discreta y se explicaba con gran propiedad —siempre con un leve acento francés—, sino porque, a pesar de sus ropas de mendiga, conservaba en la forma de moverse y de caminar con la cabeza erguida un aire de altivez e independencia que cerraba el paso tanto al menosprecio como a la compasión. Siempre se responsabilizaba de sus actos y no parecía verse metida más que en aquello en lo que quería meterse. Debido a su tendencia, de la que ya se ha hablado, a mediar en las reyertas entre borrachos o delincuentes peligrosos, intentando que las partes rivales llegaran a un acuerdo por vías razonables, se llegó a ver implicada como sospechosa en asuntos turbios. Más de una vez, tomándola por cómplice de alguna fechoría, la apuñalaron sin consideración a su edad. Pero al parecer era invulnerable, según contaban luego con gran asombro los testigos presenciales del suceso, porque, a pesar de que el arma blanca había sido empuñada contra ella vigorosamente y con todo encono, nadie vio brotar una sola gota de sangre del cuerpo desmedrado de miss Lunatic. Un veterano comisario del distrito de Harlem, fascinado por la valentía de miss Lunatic, sus múltiples contactos con gente del hampa y su talento para testificar en los casos difíciles, la mandó llamar una tarde de invierno para proponerle un trato. Se le asignaría una suma bastante importante de dinero, si se prestaba a colaborar como confidente de la Policía. Ella se indignó.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LECTURAS - LENGUA Y LITERATURA

LECTURA #4   RESUMEN  LA CHICA DE ABAJO  Habría pasado tal vez una hora desde que llegó el camión de la mudanza? Había venido muy temprano, cuando por toda la placita soñolienta y aterida apenas circulaba de nuevo, como un jugo, la tibia y vacilante claridad de otro día; cuando sólo sonaba el chorro de la fuente y las primeras campanas llamando a misa. El gran camión se había arrimado a la acera reculando, frenando despacito.Por tres veces salió descalza al patio y miró al cielo. Pero las estrellas nunca se habían retirado, bullían todavía, perennemente en su fiesta lejana, inalcanzable. Cecilia decía que en las estrellas viven las hadas, que nunca envejecen. Que las estrellas son mundos pequeños del tamaño del cuarto de armarios, poco más o menos, y que tienen la forma de una carroza. Cada hada guía su estrella cogiéndola por las riendas y la hace galopar y galopar por el cielo, que es una inmensa pradera azul. Algunas veces, si se mira a una estrella fijamente, pid...

LECTURA#16

  LECTURA#16 El prado de los cinco dueños Junto al río Guadalquivir, cerca de la ciudad de Sevilla, a ambos lados de sus orillas, se extendía un prado alargado. Parecía que dormía agradecido y confiado en aquella tarde en que exhalaba su olor a yerba recalentada.Pasó por allí un pintor y, al ver el césped con tantas tonalidades en su gama verde, pensó que era el color ideal que andaba buscando. Había hallado aquellos fondos que intuía, sin encontrar, desde hacía largo tiempo. Sin querer, los tenía allí, en aquel trozo de hierba. La habitación que estaba pintando para la sultana llevaría aquellos matices, con lo que la joven tendría la ilusión de vivir dentro de una esmeralda. Y adquiriría fama, causaría sensación en palacio. Pasó por allí un ganadero, cuyo negocio iba floreciente. Su clientela había aumentado y necesitaba ampliar sus pastos. Al contemplar la hierba fina, tierna y limpia, pensó que aquel prado era lo que necesitaba. Podría hacerle un riego diario, daría mucha hierba...

NELSON MANDELA BIOGRAFIA

  NELSON MANDELA Su nombre es Nelson Rolihlahla Mandela, nació el 18 de Julio de 1918 en Mvezo, Sudáfrica, Sus padres fueron  Gadla Henry Mphakanyiswa  y  Noqaphi Nosekeni,  sus hijos son Madiba Thembi Thembelike Mandela (1945-1969) Mazawike Mandela (1947-1948) Makgatho Mandela (1950-2005) Mazawike Mandela (1954) Zenani Mandela (1959) Zindziswa Zindzi Mandela (1960-2020), estudio en Healdtown Comprehensive School, entre otras, su estudió fue Originario del pueblo xhosa y parte de la casa real Tembu.  Mandela estuvo en  la Universidad de Fort Hare y la Universidad de Witwatersrand, Participó en varias películas, unas de estas fue; Mandela: del mito al hombre, También tiene varios libros uno de estos es; Un largo camino hacia la libertad . Nelson Mandela fue   un abogado, activista contra el apartheid, político y filántropo sudafricano que presidió su país de 1994 a 1999. Fue el primer mandatario negro que encabezó el Poder Ejecutivo, y e...